EL SEMAFORO
Esta famosa caja de luces cumple este miércoles 101 años
La ciudad no siempre ha estado dominada y ordenada por los
semáforos. A principios del siglo XX, sus calles eran recorridas por
carruajes tirados por caballos, bicicletas y personas a pie sin esta ya
tradicional señal de tráfico.
Los automóviles eran escasos, un juguete de la alta sociedad hasta
que en 1913, Henry Ford empezó a producir en masa su icónico Ford T.
Con un motor de 20 cv y una velocidad máxima de 71km/h, el modelo T inundó
las calles.
Tal fue el «boom» que se
llegaron a producir más de 15 millones de unidades y ocupó el 57% de la
producción mundial de automóviles en 1921. Ante esta situación, las calles se
convirtieron en un caos.
Cruzar una calle era misión imposible y los choques entre carruajes
y automóviles eran constantes. Había que buscar una solución. Y fue el 5 de
agosto de 1914 cuando Cleveland instaló el primer semáforo eléctrico.
Aunque la ciudad del estado de Ohio presume de tal honor, Londres se
les adelantó 46 años. La señal estaba situada en frente del parlamento de
Westminster y necesitaba de un policia para cambiar de color ya que se
iluminaba con dos lámparas de gas. Dos meses más tarde, estalló un semáforo
londinense provocando la muerte al polícia que lo controlaba.
El primer lavado de cara fue introducido por Ernest Sirrine en 1910,
quien lo convirtió automático. Para regular el tráfico, el semáforo automático
de Sirrine mostraba las palabras «stop» y prodecer. Dos años más tarde,
un oficial de policia de Salt Lake City, Lester Wire, prefirió volver al
sistema manual, pero esta vez con luces eléctricas y un zumbador para avisar el
cambio de color.
Durante todo este tiempo, en Europa se libraba la Primera Guerra Mundial. Los ingenieros
desarrollaron unos programadores automáticos para las comunicaciones
militares y tal invento se aplicó a los semáforos. El primer semáforo
automático que utilizaba luces rojas y verdes eléctricas fue patentado por
William Ghiglieri en San Francisco, California en 1917.
Pero esta innovación
trajo muchos problemas. Los ciudadanos no sabían adaptarse al nuevo cambio, la
ley sostenía que todos los usuarios de la calle eran iguales y los
manuales de tráfico daban prioridad a la seguridad vial.
Una tercera luz
Para mejorar esta caja de luces, William Pots instaló una luz ámbar
en el medio en 1920. La función de este color era avisar del cambio de señal de
una manera menos molesta que el tradicional zumbido. En Estados Unidos los funcionarios no pueden patentar
inventos a su nombre, por lo que al igual que Wire, Pots nunca patentó su
semáforo. No sería hasta 1923, cuando se patentó a nombre de Garret Morgan el
primer semáforo con tres luces. Con dos brazos y palabras iluminadas, vendió su
diseño a General Electric por 40.000 dólares.
¿Y cuando llegó el
semáforo a Europa? En 1924 aterrizó en Berlín el semáforo con mecanismos
totalmente eléctricos, sin tener en cuenta su antecesor inglés. Con cinco
caras, este semáforo intentaba controlar el intenso tráfico de la Postdamer Platz. Madrid fue pionera en España ya que en 1926 instaló uno en el cruce de
las calles Barquillo y Alcalá.
Este semáforo eléctrico dista mucho de los que podemos ver ahora por
nuestras calles. Actualmente se iluminan con LED, un sistema que consume tan
sólo un 10% en comparación con las bombillas incandescentes y tienen una vida
50 veces mayor. Pero no todos son iguales.
Existen semáforos con cuatro luces. Esta última suele ser de
color blanca o azul, sirve para indicar que el semáforo está en rojo y se suele
ver en grandes nudos de circulación. La división de Berlín tras
la Segunda Guerra Mundial hizo que actualmente
los semáforos no sean iguales, y dependiendo de la zona tienen un formato u
otro.
En España, Palma de Mallorca cuenta con el primer semáforo que se
puede activar con un mando a distancia, una gran ayuda para las personas
invidentes. En 2006, los alegres señores de los 32 semáforos de la Ronda de la Muralla de Luga vestían
falda en homenaje a la mujer trabajadora. Argentina posee el primer
semáforo alimentado por energía solar y las luces de los semáforos de la ciudad
islandesa de Akureyi tienen forma de corazón.